ALOCUCIÓN



ESTE 20 DE NOVIEMBRE DE 2007 EL GRAN HOTEL LA PERLA QUISO CELEBRAR UN ACTO SENCILLO DE INAUGURACIÓN TRAS SU REAPERTURA ESE VERANO COMO HOTEL DE CINCO ESTRELLAS.
SE ENTENDIÓ QUE LA MEJOR FORMA DE REINAUGURAR ESTE HISTÓRICO ESTABLECIMIENTO ERA CON UN HOMENAJE A PABLO SARASATE, VIOLINISTA, UN CLIENTE ESPECIALMENTE QUERIDO POR LOS PAMPLONESES.

EL DISCURSO QUE SE LEYÓ POR LA MEGAFONÍA EN AQUELLA LLUVIOSA TARDE, DECÍA LOS SIGUIENTE:


Buenas noches. Gabon.

Bienvenidos todos a este acto público con el que el Gran Hotel La Perla quiere celebrar su reapertura tras dos años de reformas dando paso a una nueva etapa.

Han pasado ya algo más de 126 años desde que en este rincón de la Plaza del Castillo abrió sus puertas este establecimiento hotelero. Era el mes de junio de 1881; cuando en nuestras casas no había todavía ni luz eléctrica ni agua corriente, cuando nuestra ciudad estaba totalmente cercada por las murallas; y no había más calles que las de este casco antiguo, alguna casa en la Rochapea..., en la Magdalena..., y la venta del Mochuelo; cuando todavía nos reponíamos los pamploneses del último asedio carlista.

Desde entonces el Hotel la Perla y la ciudad de Pamplona han formado un binomio indisoluble. La historia del hotel y la de la vieja Iruña se ha entremezclado, y hoy es el día en el que podemos decir que La Perla forma parte del patrimonio de los pamploneses. El hotel rebosa historia por todos sus poros.

Hemos conocido tres siglos de servicio a quienes nos visitan, 126 años de andadura en los que miles de navarros han celebrado –hemos celebrado- aquí algún acontecimiento familiar: bodas, comuniones, aniversarios, homenajes...

Hoy es el día en el que hemos hecho una apuesta de futuro. Le hemos dado cuerda al hotel para que siga haciendo y forjando historia. Y esta apuesta de futuro la hacemos apoyándonos en nuestro pasado, en nuestras raíces, con nuestra historia como referencia.

Hemos querido compartir con la ciudad, con vosotros, este momento ilusionante en el que, tras unos meses de rodaje, abrimos oficialmente nuestras puertas. Queríamos hacer una inauguración, pero queríamos también que esa inauguración no fuese un acto frío y restringido; esto sería incompatible con esa realidad de 126 años con las puertas abiertas dando cama y comida a miles y miles de personas. Cierto es que por este hotel han pasado muchos personajes relevantes, famosos, socialmente importantes, pero al final, quien ha posibilitado que este establecimiento haya conocido tres siglos son las miles de personas, ¡conocidas y anónimas!, que le han dado vida en todo este tiempo.

Por ello hacemos hoy un acto de inauguración mirando desde esta atalaya, con un profundo sentimiento de agradecimiento, a la ciudad que nos ha dado vida, Y lo hacemos a nuestro estilo, de una manera sencilla; lo hacemos con una evocación de aquellos sanfermines de antaño, concretamente los comprendidos entre los años 1888 y 1908, en los que un paisano nuestro, querido por todos, violinista de profesión y de vocación, llamado Pablo Sarasate, ¡nuestro famoso Sarasate!, deleitaba desde estos balcones del segundo piso a toda la ciudad cuando a ella llegaba para pasar las fiestas.

Estamos a tan sólo unos meses de conmemorar el centenario de su muerte. Y por ello hemos querido que esta inauguración sea a la vez un homenaje, un oportuno homenaje, al cliente más entrañable que por aquí ha pasado, a quien ha escrito las mejores páginas de la historia de La Perla.

Va por él, y va por todos vosotros.

A continuación... (presentación de la actuación)

Pablo Sarasate era un personaje querido; tuvo la capacidad de aunar los sentimientos de admiración de todos los pamploneses, de toda la sociedad Navarra, de monarcas, de zares, de nobles, y también del pueblo liso y llano allá por donde pasó. En este hotel recibió el título de Hijo Predilecto de Pamplona allá en el año 1902; en este hotel era entrado a hombros por sus admiradores; bajo su habitación correteaban los niños delante del zezenzusko, o toro de fuego, que en su honor había; aquí le rondaban los mozos con sus serenatas; desde esta plaza se le obsequiaba con fuegos artificiales; hasta aquí acudían miles de pamploneses y de navarros a escuchar su violín en aquél primer concierto –desde el balcón- con el que obsequiaba a la ciudad; y en su habitación del segundo piso, siempre la misma, descansaba y forjaba actuaciones gloriosas en el Teatro Principal, ese mismo teatro que hoy –desde 1903- llamamos Teatro Gayarre.

El Hotel La Perla, a modo de permanente homenaje, desde el fallecimiento de don Pablo se ha preocupado de que en su estancia se mantengan los mismos muebles, la misma foto que dedicó a la dueña del hotel, el mismo arco de madera con el que le obsequió el gremio local de carpinteros. Sigue hoy presente entre nosotros, mantenemos viva su memoria, y es en esta noche nuestro protagonista.

No podemos olvidar aquella cumbre de músicos navarros que estos mismos balcones conocieron en los sanfermines de 1886. No podemos olvidar la presencia de ese otro gran contemporáneo de Sarasate, el tenor Julián Gayarre, el de la voz de ángel. Ni olvidamos todo lo que aquí se vivió en aquél siglo XIX cuando en Madrid el ministro de Hacienda, Germán Gamazo, quiso hacer tabla rasa con nuestros fueros, no olvidamos –digo- lo que aquí se vivió con aquella Junta Fuerista que llenó a Navarra de orgullo y de razón.

No podemos olvidar tampoco la presencia de algunos reyes, como Alfonso XII..., como Alfonso XIII..., como la reina regente María Cristina; ni olvidamos a don Juan de Borbón, ni al entonces príncipe Juan Carlos.

Por aquí han pasado líderes políticos de todos los colores, desde Pablo Iglesias hasta José Antonio Primo de Rivera, desde Sabino Arana hasta Manuel Fal Conde. Por aquí han pasado presidentes de gobierno, lehendakaris, ministros, embajadores..., mandatarios de todo rango, de toda ideología. También han pasado políticos de otros países, por no hablar de los trovadores de la revolución sandinista, los nicaragüenses Carlos Mejía Godoy y los de Palacagüina...; o los representantes de la guerrilla colombiana del M-19.
Han pasado también nobles, aristócratas, Grandes de España, jeques árabes, banqueros..., y ricos hacendados.

Pero a la vez que todos estos personajes nos han visitado, a la vez que todas estas personalidades se alojaban en La Perla..., no podemos olvidar que este establecimiento fue el único que en aquél verano de pesadilla, en 1885, con el cólera haciendo mortíferos estragos entre nuestra población..., fue el único que abrió sus puertas a los enfermos, el único que se atrevió a hacerse cargo de guisar y de dar de comer a los coléricos del hospital de Barañain, aunque aquello le costase la vida, como le costó, al fundador y propietario del hotel. No se les podía dejar morir de hambre a aquellos pamploneses, por muy contagiosos que fuesen.

Ni hay que olvidar tampoco que en ese otro capítulo triste de la Guerra Civil el Hotel La Perla fue el único sitio en Pamplona en donde bajo un mismo tejado convivieron, y con armonía, combatientes de uno y de otro bando. Aquí se les acogía a todos los heridos, aquí se les cuidaba sin preguntarles por quien luchaban, aquí se les daba refugio y no se les dejaba marchar hasta que estuviesen curados. Incluso... en los sótanos del hotel se llegó a esconder a familias enteras perseguidas por razones políticas.

Y atrás quedaron también aquellos penosos años de la posguerra, de hambre y de miseria, en los que la cocina de La Perla no solo guisaba para sus clientes, sino que se compartía lo que había con los pobres y con los necesitados que, en largas colas, esperaban cada día su ración.

La solidaridad, la humanidad..., en La Perla han sido algo más que unas palabras bonitas, han sido un estilo de vida, la mejor forma de entender la hostelería como un servicio a los demás. La hospitalidad, sin humanidad, se queda en una palabra hueca.

(Siguiente actuación)

La música nos sigue haciendo recordar a otros clientes que por este hotel han pasado desde Remigio Múgica hasta José Carreras, desde el maestro Larregla hasta Lola Flores, sin olvidarnos de la pianista Pilar Bayona, de compositores como Moreno Torroba o como Salvador Ruiz de Luna, de Imperio Argentina, del Dúo Dinámico...

Pero no todo ha sido música. Actores, pintores, escultores, lingüistas, folkloristas, clérigos, matadores de toros, escritores, filósofos, historiadores, cineastas, médicos, físicos, cómicos, militares, arquitectos...; gentes que han sido alguien, gentes que han contribuido a cambiar la historia, gentes ante cuya obra hoy nos admiramos, gentes cuya biografía hoy se estudia en los libros de texto, gentes que dan nombre a calles plazas y avenidas..., gentes, en definitiva, que han pasado por este hotel y que, algunos de ellos, dan nombre a las habitaciones.

¿Quién no ha oído hablar del escritor Ernest Hemingway?, ¿quién no ha oído hablar del cineasta Orson Welles?, ¿quién no ha oído hablar del cómico Charles Chaplin, o Charlot?; o del líder musulmán Aga Khan; del escultor Mariano Benlliure; del pintor Ignacio Zuloaga; de diestros como Manolete, Juan Belmonte, Cayetano Ordoñez, Luis Miguel Dominguín, o de aquellos míticos toreros del siglo XIX: Frascuelo, Mazantini, Gallito Chico...; ¿quién no ha oído hablar de escritores de la talla de José Mª Pemán, Gonzalo Torrente Ballester, Eugenio D’Ors, Antonio Gala...?; o de actrices como Sydney Rome, Lola Herrera, Rafaela Aparicio... Y así, gremio por gremio, podríamos ir citando a cientos de personajes conocidos que han pasado por este hotel, que forman parte de su historia, de nuestra historia como ciudad.

La Perla, en definitiva, atesora 126 años cargados de historia, 126 años en los que no ha pasado desapercibida. Miramos hoy hacia atrás y lo hacemos con orgullo, conscientes del tesoro que tenemos, convencidos de que nuestra memoria es un patrimonio histórico que nos hace único, que nos compromete a compartirlo,

Teresa Graz y Miguel Erro tuvieron en 1881 una visión empresarial que la supieron completar con una gestión correcta, lo suficientemente buena para poner a andar y encarrilar un negocio duradero. Hoy reconocemos su labor, hoy les decimos gracias. Decimos gracias a aquél matrimonio fundador, decimos gracias a los propietarios que, generación a generación, les han ido sucediendo. Decimos gracias a todos los trabajadores y trabajadoras que durante más de un siglo han contribuido a mantener viva esta empresa. Y decimos gracias a los miles y miles de personas a los que se ha servido, ellos eran la razón de nuestra existencia.

Y seguidamente damos paso a la última actuación musical de este acto inaugural... (presentación de la actuación)

Y finalizamos estos actos de inauguración agradeciendo a este magnífico cuarteto su actuación musical en esta tarde-noche; para ellos os pido un fuerte aplauso.

A partir de hoy, a partir de ahora, La Perla es un suma y sigue. Seguimos haciendo historia, seguimos contando con todos vosotros, seguimos con paso firme y decidido –como nos enseñó aquél matrimonio fundador-, porque la ciudad lo merece, porque es nuestra vocación..., y lo hacemos con calidad y con mimo, pues no sabemos ni debemos hacerlo de otra manera.

Muchas gracias por vuestra asistencia. Mila esker.